93. PENTECOSTÉS

SI SIENTES UN SOPLO DEL CIELO,
UN VIENTO QUE MUEVE LAS PUERTAS,
ESCUCHA LA VOZ QUE TE LLAMA,
TE INVITA A CAMINAR LEJOS.
ES FUEGO QUE NACE
EN QUIEN SABE ESPERAR,
EN QUIEN SABE NUTRIR
ESPERANZAS DE AMOR.

Eran pobres hombres, como tú, como yo,
habían echado las redes al lago,
recogido los impuestos a la puerta de la ciudad.
Que yo recuerde entre ellos no había ningún doctor.
Y aquel que llamaban Maestro
estaba muerto y sepultado.

Tenía un corazón como tú, como yo,
que una mano de hielo oprimía,
tenía los ojos llenos de lágrimas.
Pensaban sin duda en el amigo perdido,
en la mujer dejada en la puerta de la casa,
en la cruz levantada en la cima del monte.

Y el viento llamó a la puerta de la casa,
entró como un rayo en toda la sala
y tuvieron ojos y el corazón llenos fuego,
salieron a la calle gritando de alegría.
Hombre que esperas escondido en las sombras,
la voz que canta es para ti,
te trae la alegría de una buena noticia:
¡EL REINO DE DIOS HA LLEGADO YA!