40. EL PASTOR Y LA OVEJA DESOBEDIENTE
Hubo un pastor muy tierno que tenía un rebaño.
Lo quería y lo cuidaba en invierno y en verano.
Cien ovejas tiene el hombre,
mas no le sobra ninguna,
y las llama por su nombre a cada una.
Aunque son tantas ovejas
el pastor las quiere a todas,
y por eso no las deja pastar solas.
«No os vayáis nunca muy lejos»,
recomienda con bondad,
y muy útiles consejos él les da:
«El lobo siempre os acecha, es un bicho peligroso,
que no os engañe, es muy malo y mentiroso.»
Pero una oveja rebelde no se lo cree del todo,
piensa que el pastor les miente sobre el lobo.
«Nos quiere bien obedientes
para amargarnos la vida,
y la mejor hierba nos tiene prohibida».
«La mejor hierba soy yo, puedes comerme pequeña,
no hagas caso a tu pastor, ven y cena.
Vente conmigo y sé libre, haz lo que te dé la gana,
el pastor solo te quiere por tu lana.»
Mientras la fiera alejaba a la incauta con engaños
el pastor lejos contaba su rebaño.
«Falta una, dónde está», su corazón se entristece,
es la ovejita que siempre desobedece.
Deja las noventa y nueve y sale al campo corriendo.
La busca con sol y nieve o lloviendo.
Y cuando encuentra a la perdida, ¡oh que horror!
A punto de ser comida la encontró.
Huye el lobo derrotado dando gritos de dolor,
mas buscará, ten cuidado, otra ocasión.
Y la ovejita muy contenta en brazos de su pastor
acabó dándose cuenta de su error.
Ya nunca más puso en duda la pureza de su amor,
no volvió a ser más tozuda, no señor.
El pastor montó una fiesta y hasta muy tarde bailó,
celebrando que a su oveja encontró…