Jóvenes de San Martín de Porres peregrinan a Roma
La primera semana de adviento de este curso ha sido un poco distinta para un grupo de doce jóvenes de nuestra parroquia, a los que hemos llevado a Roma de peregrinación, como fin de su ciclo de cinco años en la pastoral de post confirmación, junto con sus padrinos Gabriel y Luz.
La primera gran sorpresa fue la acogida que recibimos de parte de los hermanos de la parroquia La Inmaculada Concepción en Tor Sapienza (Roma), los cuales nos abrieron sus casas y familias para recibirnos como al mismo Jesucristo durante todos estos días.
Luego vendría una primera visita a la Plaza de San Pedro, en la Ciudad del Vaticano, donde pudimos hablar de la importancia del ministerio de Pedro en la Iglesia; y un viaje al pueblo de Albano Laziale, donde la hermana Elisabetta, en el convento de las Hermanas Pobres de Santa Clara, nos dio su testimonio de vida, fe y vocación.
Al día siguiente visitamos las catacumbas de San Calixto, allí pudimos conocer la vida de las primeras comunidades cristianas y celebrar una entrañable eucaristía junto a la tumba de los mártires. Por la tarde, visitamos la “Roma renacentista”, pasando por lugares tan bellos y emblemáticos como Piazza del Popolo, Piazza Di Spagna, Fontana de Trevi, el Panteón de Agripa y Piazza Navona.
A la mañana siguiente recorrimos la “Roma clásica”, a través del Coliseo, el monte Palatino con vistas al Circo Máximo y los foros romanos, donde pudimos hablar sobre la defensa de la fe y la llamada a dar la vida que acompaña a la vida cristiana, de modo ejemplar en los mártires, cuya sangre ha sido, como nos recuerda Tertuliano, “semilla de cristianos”. Por la tarde tuvimos ocasión de visitar el encantador barrio de Trastévere, donde pudimos rezar en la tumba del Venerable François-Xavier Nguyễn Văn Thuận, el cual nos acompañó toda la peregrinación con su testimonio de fe recogido en el libro Cinco panes y dos peces, en el que narra la obra de Dios en su vida a lo largo de los trece años que permaneció en prisión a causa de la fe.
El día jueves lo dedicamos a visitar la basílica de San Pedro: laudes en la tumba de San Juan Pablo II, oración ante las reliquias del Apóstol San Pedro, una visita a la tumba del papa Benedicto XVI y un tiempo largo para recorrer la belleza de la basílica. Aprovechando las energías de los jóvenes y el entusiasmo de los no tan jóvenes, subimos hasta la cúpula para contemplar la ciudad de Roma; la fe siempre nos da una mirada desde lo alto. Por la noche celebramos, junto a los hermanos que nos acogían, la eucaristía de la solemnidad de la Inmaculada Concepción.
El día de la Inmaculada lo dedicamos a nuestra madre, la Virgen, rezando laudes en la basílica de Santa María la Mayor y meditando sobre la importancia de la María en nuestra vida. Tras la comida, nos dirigimos a Piazza D`Spagna donde, como cada año, el Papa Francisco rindió homenaje a la imagen de la virgen que se encuentra allí, con una ofrenda floral, animándonos con su fortaleza en medio de la fragilidad de salud en la que se encontraba. Luego pasamos a la Iglesia de San Ignacio, donde hablamos sobre la importancia de la mujer en la Iglesia, cuyo modelo se encuentra en la Virgen María. Por la noche, terminamos con un tiempo de oración pidiendo a Dios que su Palabra se haga carne en nosotros, como en el seno de María Santísima.
Al día siguiente visitamos el Seminario Redemptoris Mater de Roma, donde nos explicaron la historia de su fundación y dos seminaristas nos dieron su experiencia de fe y vocación, y por la noche celebramos la eucaristía dominical.
Finalmente, el domingo estuvo dedicado a San Pablo, rezando laudes en la abadía de Tre Fontane – lugar del martirio de San Pablo – y rezando por la tarde en su tumba, en la basílica de San Pablo Extramuros. Recogidas las experiencias de los jóvenes, nos preparamos para el viaje de retorno.
No nos queda más que bendecir a Dios por tan grandes regalos y prepararnos para la venida del Salvador.