Aprendemos a “proclamar” la Palabra

Ayer por la tarde, acudimos un grupo de feligreses de las distintas realidades presentes en la parroquia (Hermandad de San Martín de Porres, de la Virgen Rocío, Comunidades Neocatecumenales, y otros feligreses) a un cursillo para aprender a “proclamar” la Palabra de Dios en la liturgia.

Tras una oración, Ángel Manuel Pérez, locutor y periodista de profesión, nos anima a todos a ejercer este ministerio, diciendo: “La Iglesia te necesita a ti” y quiere contar contigo. Dios, a través de los lectores nos trasmite el mensaje de su Palabra. También me necesita a mí, que soy un católico como tú, pero que también soy un profesional de la radio y por este aspecto técnico, me ha llamado el párroco para ayudaros.


Prueba a cada uno de los asistentes con distintos textos de la escritura y va haciendo correcciones que ayuden a todos. Las conclusiones:


Antes de la celebración:

  • Hemos de leer una o dos, o las veces que cada uno necesite el texto que debamos proclamar. No es suficiente con la improvisación, porque es necesario que el lector o la lectora entienda la lectura que “tiene que servir a la asamblea”. Si no la entiendes, no la proclames ese día, pregunta lo que no entiendas a otro.
  • No es una teatralización. No se trata de que despierten en nosotros sentimientos hacia el texto, sino que lo mostremos con un toque técnico de su interpretación. Para esto nos ayudará hacer bien las pausas de los signos de puntuación con que está marcado el texto. No es igual una coma, que un punto y coma, que un punto y seguido, o un punto y aparte. Antes de pronunciar el nombre de Dios, Padre, Jesús, Espíritu Santo, o sus pronombres que aparezcan en el texto, haremos una brevísima pausa para coger aire y enfatizarlo. Otros ya lo han estudiado en profundidad y nosotros tenemos que dar vida con el servicio de nuestra voz en ese momento a la PALABRA.
    Para la proclamación:
  • Los lectores han de estar cerca del ambón desde el que se proclame la Palabra de Dios, saldrán de su sitio haciendo una breve inclinación hacia el Altar, e irán a situarse ante el libro que estará preparado previamente en el ambón. Si cruzasen la asamblea delante del Altar hacia el ambón, dicha inclinación la hará ante el Altar y el Presidente a la vez.
  • Se colocará y orientarán el micrófono hacia su boca, cada uno tenemos una altura diferente y es bueno recordarlo. Las piernas ligeramente separadas, no cruzadas para que estemos cómodos. Podemos apoyar las manos ligeramente sujetándonos al ambón o con los dedos las páginas del leccionario. Cogemos aire e iniciamos la lectura.
  • Al iniciar la lectura, abriremos bien la boca, con firmeza diremos de que libro es la lectura que vamos a proclamar. Nunca debemos leer lo que esta en rojo (rúbricas). Hemos de mantener el mismo tono de voz durante la proclamación y no bajarlo según avancemos en la lectura, hasta finalizarla, para que nos escuchen los del fondo de la asamblea y llenándola con nuestra voz toda ella. Hemos de tener en cuenta que, si la Asamblea es más pequeña, la voz tiene que tener una fuerza distinta de si la Asamblea está muy concurrida, ya que este hecho nos obliga a subir el tono.
  • La proclamación se hará con cierta amabilidad, no como enfadados, es la Palabra de Dios, no la nuestra.
  • Al finalizar, haciendo una breve pausa, se dirá: “Palabra de Dios” y volverá el lector al sitio por el camino más corto.

En resumen, la proclamación de la Palabra es un servicio a la asamblea que hay que cuidar, y de esto depende que la Palabra de Dios sea escuchada y vivida. Es a Cristo a quien prestamos nuestra voz.