La Palabra se hizo carne
No sé si os pasa que, por la costumbre de oír estas cosas tantas veces, ya no impresionan, pasan desapercibidas, ni siquiera nos damos cuenta de lo que decimos: Dios se ha hecho hombre, el Verbo se hizo carne, Cristo ha muerto por ti…
La cola para comprar lotería en Doña Manolita es cada vez más grande, la mayor ilusión de la Navidad es que nos toque algún premio, aunque sea el reintegro. Todos los 22 de diciembre nos pasamos la mañana escuchando a los niños de la lotería a ver si nos cae un poco de “felicidad”.
Hasta ese punto se humilla año tras año el Señor.
Anoche celebramos la misa del gallo, esta mañana la misa de Navidad. Vino bastante gente, a pesar del toque de queda y las restricciones. Pero nada en comparación con las colas para comprar lotería.
Como hace más de dos mil años, Cristo sigue encontrando las posadas llenas, no hay sitio para él. Por eso hay que aprobar la eutanasia, porque nada de todo aquello que llena nuestros corazones es capaz de darnos alegría, de dar sentido al sufrimiento, a la cruz.
Ojalá este año, gracias a la pandemia, podamos descubrir lo verdaderamente importante, lo que nos da la vida, pero la eterna, no la que se desvanece con cualquier problema que pueda surgir.
Ojalá podamos decir: ¡Dios ha nacido! y emocionarnos, creerlo verdaderamente. ¡Cómo cambiaría nuestra vida! Así sí que merece la pena vivir, aunque tengamos grandes sufrimientos, porque este Cristo que nace, los transforma, les da un sentido redentor y nos da la gracia para vivirlos con alegría.
Es Navidad, Cristo intentará estos días acercarse a ti, tocará a tu puerta, ¿encontrará sitio en tu posada?