Primeras comuniones

Señor Jesús, en este día tan especial, en que vengo a recibirte en tu Cuerpo y Sangre, te pido que no te apartes de mí, que siempre me acompañes por donde quiera que vaya y que no me olvide que desde el día de hoy vivirás por siempre en mi corazón.

Mañana, 26 de mayo de 2018, nueve niños de la Parroquia recibirán por primera vez el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Por primera vez participarán en plenitud en la Eucaristía.

Pero, ¿qué es la Eucaristía? ¿por qué es  tan importante? ¿por qué hay que hacer tres años de catequesis?

Última cena. Rupnik.

«El Señor Jesús, la noche en que fue entregado», (1 Co 11, 23), instituyó el Sacrificio eucarístico de su cuerpo y de su sangre. Las palabras del apóstol Pablo nos llevan a las circunstancias dramáticas en que nació la Eucaristía. En ella está inscrito de forma indeleble el acontecimiento de la pasión y muerte del Señor. No sólo lo evoca sino que lo hace sacramentalmente presente. Es el sacrificio de la Cruz que se perpetúa por los siglos.

La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, no sólo como un don entre otros muchos, aunque sea muy valioso, sino como el don por excelencia, porque es don de Sí mismo, de su Persona en su santa humanidad y, además, de su obra de salvación.

Aparición a los Apóstoles, de la sala azul de nuestra Parroquia.

El Sacrificio eucarístico es «fuente y cima de toda la vida cristiana». «La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida a los hombres por medio del Espíritu Santo».  Mediante la comunión: le recibimos a Él mismo, que se ha ofrecido por nosotros; su cuerpo, que Él ha entregado por nosotros en la Cruz; su sangre, «derramada por muchos para perdón de los pecados»,

Tres cursos de catequesis no alcanzan para poder experimentar el verdadero valor de la Eucaristía.

Por eso, nuestra formación continúa. Los niños seguirán, ya han formado grupos de Confirmación, y luego de Post-Confirmación, para poder recibir este regalo grandísimo que nos ha dejado Cristo.

¡Felicidades niños! Que Cristo, a quien vais a recibir, os vaya transformando a vosotros en otros cristos, en verdaderos hijos de Dios.