8. ALEGRE LA MAÑANA

ALEGRE LA MAÑANA QUE NOS HABLA DE TI,
ALEGRE LA MAÑANA. (BIS)

En nombre del Dios Padre, del Hijo y del Espíritu,
salimos de la noche y estrenamos la aurora;
saludamos el gozo de la luz que nos llega
resucitada y resucitadora.

Tu mano acerca el fuego a la sombría tierra
y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia.
Silabeas el alba igual que una palabra.
Tú pronuncias el mar como sentencia.

Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria,
acude a su trabajo, madruga sus dolores;
le confías la tierra, y a la tarde la encuentras,
rica de pan y amarga de sudores.

Y tú te regocijas, oh Dios, y tú prolongas
en sus pequeñas manos tus manos poderosas.
Y están de cuerpo entero los dos así creando,
los dos así velando por las cosas.

¡Bendita la mañana que trae la gran noticia
de tu presencia joven, en gloria y poderío;
la serena certeza con que el día proclama
que el sepulcro de Cristo está vacío!